“Nada mejor que la visita
á su hotel en aquellos días no lejanos de extrema laboriosidad, daba idea de la
fibra de Querol u de cuanto le deben nuestras artes plásticas.
Mezcla de palacio y
taller, de fábrica y museo, lo erigió ad hoc el artista de la calle del Cisne,
esquina á la de Zurbano, para que en las naves de sus varios estudios surgiesen
á la vida sus más grandiosas creaciones. Tuvo fe en destino, y no se equivocó.
Presintió su categoría de escultor monumental, y llegó á serlo en toda la
extensión del vocablo.
En la masa arquitectónica
que remata un frontispicio helénico, resalta el nombre del escultor entre dos
columnas jónicas. Tras la verja, una puerta confidencial, ahora tapiada, daba
acceso al jardín, al estudio grande y á las habitaciones particulares del
artista. La yedra y las flores, sombreadas por acacias y arbustos, tapizaban
los tapiales y paredes, dejando al descubierto, de trecho en trecho, lápidas,
relieves, fragmentos de sus monumentos y estatuas, bocetos varios. En el
centro, y en los ángulos del patio-jardín, descansaban é iban á posarse nubes
de palomas, cuyo nevado plumaje contrastaba con sus crines leonadas de un
hermoso mastín que gravemente seguía los pasos del escultor y se enroscaba á
sus pies. Ardían los hornos en que se fundía y moldeaba la armazón del barro, y
de los locales en que se hacía el vaciado dels yeso, se ponía término al
modelado ó se sacaban de puntos sobre el mármol las estatuas, salía un animado
rumor de colmena que levantaba una legión de escalpelinos, ayudantes y obreros.
Era la vida que cantaba su canción al trabajo en el altar de la belleza.
De arte libre, glorioso y
grande, era el ambiente que allí se respiraba. Al salvar el dintel del
“estudio” último del maestro, como al hacer alto en su despacho, la impresión
era honda, inenarrable. El asombro no permitía articular palabras, y los ojos
se clavaban extasiados en todas aquellas innumerables figuras que reclamaban
para sí la atención exclusiva, en los titanes, en las heroínas, en los alados
corceles, en los símbolos de tantas gradezas, dolores y virtudes; y resbalaba
la mirada por los caballetes y columnas, por los bustos en bronce, por los
bocetos en yeso, por los retratos expresivos en mármol, por centenares de
fotografías de la producción realizada, por deocenas de proyectos de monumentos
por ejecutar… Toda una larga pregenie ilustre, toda una floración desbordada
que presidia la escultura de la Gloria, sonriente y majestuosa, extendidos los
brazos hacia su devoto y nervioso que á sus pues había encanecido
prematuramente y que le rendía lo mejor de su vida.
Ya el hotel está
silencioso como un templo. La familia del maestro, cumpliendo su voluntad, lo
convierte en museo. Es el mejor tributo á su recuerdo y á su fama.
La casa-taller estava situada a una zona residencial i plena de palauets al
nord de la capital i molt propera a la Castellana, dos carrers més al nord hi
tenia de veí un artista coetani, però en aquest cas pintor: Joaquim Sorolla.
Malauradament la
casa del tortosí a diferència de la del valencià, ni va restar en peus, ni finalment
es va convertir en Museu.
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